30 enero 2006

Un cita a ciegas

Mientras tomábamos un tea con Roger en el Om de Barcelona, me empezó
a contar cómo una amiga suya un día estaba navegando a través de las
fotos de meetic.es y al final encontró una foto que le gustó. Vio que
los de meetic generosamente pusieron un link que ponía: enviar mail y
lo apretó. Obviamente la generosidad de meetic se limitaba al link, a
partir de ahí si realmente se quería enviar un mail había que pagar
29,45€ por un mes de subscripción. Joana decidió que no tenía ganas
de pagar los 24€ y entonces cogió el nickname "superstar" que
aparecía por debajo de la foto y le añadió: hotmail, gmail, yahoo,
wanadoo... todos los nombres de empresas que ofrecen buzones de mail
gratuitos. Cuando acabó de escribir el mensaje, lo envió sin
demasiadas ilusiones pero con la picardía y la felicidad de quien ha
hecho una pequeña trampa que puede salir bien.
Pasan los días y no recibe ninguna respuesta.
Joana a principio se sorprende pero rápidamente se olvida del asunto.
Al cabo de una semana recibe un mail de un desconocido con nickname
"superstar". Inmediatamente abre el mensaje y se dispone a leer. Lo
primero es una mueca de desilusión. El mensaje es muy cordial pero,
contestando a su mail le dice que él no es el de la foto de meetic,
no es ni español, sino un músico de Paris felizmente casado.
Joana agradecida por el detalle vuelve a escribir a este desconocido
que ya no lo es tanto.
Su carteo se traslada al chat donde se pasan horas contándose la vida
entera.
El músico le envía un par de canciones a través del messenger, para
que ella pueda escuchar lo que hace. Joana nunca le ha contado que
trabaja en el despacho de un promotor musical, ella se centraba en
contar los detalles importantes de su vida, sus emociones.
Un día el jefe pasando al lado del ordenador de Joana remarca la
música que ahí suena.
- es de un tipo que he conocido en internet. contesta ella casi con
vergüenza.
- me gusta.
El jefe de Joana hace algunas llamadas y luego le pide a ella si
puede contactar con su amigo y proponerle que haga cuatro bolos en
Barcelona y alrededores.
El músico acepta encantado y felizmente sorprendido.
Llega el día del concierto que viene a ser también el día en que
Joana y "superstar" se ven cara a cara.
Algo curioso sucede porqué pasan los 4 bolos y el francés no vuelve a
París y se queda a vivir en Barcelona con Joana.

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