13 mayo 2013

"Prosumidor" vs. "consumidor". Un universo de ficción controlada.


Este es un artículo escrito para la EICTV.


 El futuro llega demasiado deprisa y en el orden equivocado.


Alvin Toffler



 

Marshall McLuhan y Barrington Nevitt en 1972 publicaron “Take Today”, libro  donde anunciaban que con la llegada de la tecnología electrónica los consumidores se convertirían en productores. un concepto que fue madurando, tanto que en 1980, Alvin Toffler, en su libro The Third Wave,  daba forma a  la palabra prosumer. Productor y consumidor se fusionaban, convirtiéndose en metáfora del ocaso de una realidad basada exclusivamente en el mercado. Toffler había observado que el deseo de maximizar las ganancias había dado origen a  la producción masificada, y por lo tanto a la mediocridad: el mismo producto tiene que ser válido para el mayor número de personas y eso choca con la excelencia. La revolución electrónica, según Toffler, devolverá la satisfacción del cliente gracias a que él mismo produce lo que quiere.


Los conceptos base de la revolución digital ya estaban ahí, a pesar de que no existiera la web e internet juntaba como mucho una docena de ordenadores.


La materialización de esas ideas permiten que hoy, los amantes de lo audiovisual, estamos viviendo una de las épocas más fascinantes. Vivimos literalmente  arrollados por una transformación tecnológica que cambia nuestros hábitos más arraigados a la hora de mirar, admirar y respetar el contenido audiovisual. También estamos aprendiendo a ser más selectivos y crueles con ello. Si antes mirar una película tenía cierto ritual y una aura de respeto, ahora no tenemos inconveniente en abandonar el visionado de películas o series en cualquier momento.


Hay quien se deja llevar por el erotismo de las innovaciones tecnológicas y las considera responsables de nuestros cambios, y nadie niega que tengan parte de responsabilidad en lo que está sucediendo, pero  el real cambio es debido al feedback positivo, al poder acceder  on demand y en cualquier lugar, al contenido que queremos. Es el qué, no el como.


Para demostrarlo  es suficiente un ejemplo: la manera en la que los estudiantes asisten a las proyecciones en la sala Glauber Rocha de la EICTV: cada noche se hacen unos pases gratuitos de las películas más representativas de la cinematografía internacional y los espectadores entran y salen sin demasiada vergüenza, y la mayoría de las veces esa sala está casi vacía y se convierte en el club de los solitarios. No es la tecnología, es la facilidad de acceso al contenido la que cambia nuestros hábitos.


Según Google, la pantalla, en sus múltiples formas, ordenador, smartphone, tablet o  TV  es la plataforma reina a la que destinamos el 90% de nuestra atención.


El dispositivo que elegimos utilizar obedece al contexto en el que estamos, a lo que queremos lograr y a la cantidad de tiempo necesario para ver algo.


El multitasking responde a la necesidad de sentir que se aprovecha cada minuto, decidiendo aquello a lo que se desea prestar atención. Una neurosis muy humana: la de querer controlarlo todo. Neurosis que encuentra terreno fértil y se reconforta en la tecnología. Múltiples pantallas nos hacen sentir más eficientes porque podemos actuar de forma espontánea y obtener un sentido de realización que se traduce en una sensación de "tiempo encontrado. Una sensación.


Nadie puede negar que estamos viviendo una transición paradigmática. Lo digital lo está cambiando todo. El espectador quiere y consigue participar.


Hay dos grandes maneras de ver multi-screening: por pantallas secuenciales, donde nos movemos de una pantalla a la otra, y por pantallas simultáneas donde utilizamos múltiples dispositivos al mismo tiempo. Todo depende de la situación en la que estamos y del momento.  Los contenidos se mueven de una pantalla a otra con naturalidad.


En el entorno audiovisual se suelen referir como prosumers los usuarios de las plataformas de video online (ya sea youtube, vimeo o la que más guste) para producir contenidos a partir de series, juegos, proyectos ya conocidos o simplemente hablando a cámara al puro estilo de “talking head”.


Los usuarios se juntan para crear, producir, y distribuir los contenidos que desean. Pero sobre todo para producir.  Cada día hay más series web en las plataformas de crowdfunding y  'Pioneer One', miniserie online producida y distribuida gracias a la plataforma Vodo es una de ellas Una serie pequeña y con el encanto de lo semiamateur, pero con una comunidad fuerte que le permite seguir.


Las webseries son como los nuevos blogs. Se basan en amateurismo pero descubren talento y permiten rentabilidad a los que consiguen llegar a ese público masivo deseoso de contenido auténtico.


Las webseries entran a competir por el tiempo del espectador, aunque no compiten con las series tradicionales. Son dos ligas distintas. Dos opciones a las que acceder a cada momento.


El prosumer produce y el usuario consigue que produzcan lo que este quiere.


Series como House of Cards, es un ejemplo paradigmático de lo que está sucediendo. Una serie inglesa, es adaptada y producida para el mercado norteamericano por Netflix, un canal de distribución.  Es como si, hace veinte años, la tienda de VHS de la esquina se hubiera puesto a producir cine. Algo impensable (menos para la mente de Gondry, aunque a posteriori).  Pero esa no es la novedad. Lo novedoso es que se hace teniendo en consideración el big data, el rastro digital dejado por los espectadores. Los que miraban las pelis de Kevin Spacey, miraban también las películas de David Fincher. Entre las series que tenían destacaba, curiosamente, la serie inglesa. 1+1+1= House of Cards. Así es como se están empezando a tomar las decisiones en ciertas esferas. Lo más increíble es que funciona: la serie ha sido un éxito.


El espectador pasivo, en el nuevo entorno digital, ha dejado un rastro suficientemente fuerte para convertirlo en un espectador involuntariamente activo.


Es difícil sustentar un sistema rentable que se basa en la escasez cuando esa escasez ya no es real. La realidad se está imponiendo al antiguo sistema de distribución del cine. Internet ha traído una forma completamente nueva de consumir películas. Por activa y por pasiva. Antes quien decidía qué películas podías ver cada semana residía en el exhibidor y el distribuidor. Todavía lo siguen haciendo, con la pequeña diferencia que los usuarios también han empezado a tomar protagonismo gracias a la herramienta de internet. Como dice Nicolás Alcalá, director de El Cosmonauta, esta herramienta “funciona igual que un súper poder: puede utilizarse para el bien o para el mal, pero una vez que se descubren sus posibilidades… es muy difícil volver atrás”.


Las redes sociales son el camino recorrido por los usuarios para comunicar, decidir, mirar, comentar y proponer alternativas. Estos procesos empiezan también a automatizarse, un ejemplo curioso es de la banda Brightly, que han creado el primer video musical interactivo en el que van apareciendo y generando las imágenes que vemos en tiempo real, juntando imágenes de archivo y tweets de usuarios donde aparezca alguna de las palabras de la letra del single “Preflight Nerves” y que ellos han apodado como “Tweetflight”. Pero este es sólo uno de los muchos ejemplos de proyectos interactivos en el que los usuarios participan (de nuevo tanto en forma activa como pasiva) y donde la experiencia es única y jamás se repite el mismo contenido.


En 30 años la palabra prosumer ha ido mutando su significado adaptándolo a los nuevos medios. Los nuevos medios están creciendo de una forma incontrolada. En apenas ocho años de existencia, YouTube se ha convertido en el mayor canal audiovisual de la historia. Hay centenares de portales verticales de cine, para todos los gustos y colores.  Se produce y se consume más cine que nunca. Y cine del bueno. Prosumidores y consumidores.


Cualquier acción que suceda online queda registrada, ordenada, filtrada y analizada para sacar una valiosa información.


Prosumidor y consumidor se están convirtiendo en dos caras de la misma medalla y lo más importante es que el futuro de la televisión, o mejor dicho, de la manera en la que consumimos contenido audiovisual, está directamente ligado a nuestra actividad en la red, ya sea pasiva o activa.


 

 

Bibliografía:


http://www.vertele.com/miradaalfuturo/spotify-vs-netflix-la-nueva-pugna-en-el-video-bajo-demanda/


http://www.salon.com/2013/02/01/how_netflix_is_turning_viewers_into_puppets/

http://adage.com/article/dataworks/era-data-driven-programmer/240724/


http://mashable.com/2013/04/16/nielsen-survey-teen-tech-habits/


http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/asesinoenserie/2012/05/16/pioneros-y-no-tanto.html


http://variety.com/2013/digital/news/netflix-surpasses-hbo-in-u-s-subscribers-1200406437/


http://variety.com/2013/digital/news/directv-chats-up-voice-activated-tv-1200409295/


http://alt1040.com/2013/04/netflix-y-streaming-futuro-de-la-television


http://www.edelman.com/post/the-millennial-generation-demands-a-new-era-in-television/


http://www.brandchannel.com/images/papers/536_BCG_The_Millennial_Consumer_Apr_2012%20(3)_tcm80-103894.pdf


http://ssl.gstatic.com/think/docs/move-people-to-choose_infographics.pdf


http://ssl.gstatic.com/think/docs/gen-c-connects-on-youtube_infographics.pdf

No hay comentarios: