26 junio 2006

Para V.

Me encanta hablar contigo, pasear por esta ciudad y por cualquier otra.
Charlar de lo mas superficial y de lo mas trascendente.

Me encanta proyectar en ti los fantasmas que mas miedo me dan.

Me desespera que haya ya quien está luchando por echarme de tu vida y
hacer espacio para sí.
Me desespera aunque sea ley de vida.
Me desespera que tu también le hagas espacio.
Yo trabajo al revés. Estoy acotando un terreno en mi corazón que solo
te pertenece.
Acepto lo que he desmontado, lo que he creado, pero sé que nadie te
quitará ni una sola migaja de mi corazón,
porque de ti he aprendido que es el amor. Algo que siempre se me
había escapado.
Algo que, por torpe, he dejado que resbalara entre mis dedos también
contigo.
Ese es el jardín que has sembrado en mi corazón. Tu lo has sembrado y
yo no te lo quito.
Bienvenidos sean los que a partir de ahora saben hacerte feliz, esos
que saben o que te ayudan a curar tus heridas.
Yo sólo he sabido lamerlas y ya se sabe, la saliva tiene morbo pero
escuece y está llena de bacterias.
Qué envidia saber lo felices que van a ser los que van a estar a tu
lado y qué horror el no haber sabido ser yo el afortunado.

Me quedo con la sensación de que eres irremplazable.
Realmente éramos una de las parejas que mejor encajaban de todas las
que he llegado a conocer.
Me quedo con la sensación de ser un poco gilipollas.

1 comentario:

el objeto a dijo...

incluso esa melancolía extraña nos une y nos hace hablar un lenguaje privado y secreto para los demás, sól tú y yo sabemos de qué estamos hablando