26 mayo 2006

Harto del la polémica linguística


Llevo años viviendo en Catalunya y hay cosas que me encantan y otras que me parecen poco apropiadas para una cultura que se dice civilizada.

Mi polémica es evidentemente hacia la política lingüística que se lleva en esta tierra.

No sé por que razón se da tanta importancia a la lengua, como si fuera algo escrito en lo genes, sino por la fuerza emotiva y demagógica que se le puede dar a un sentimiento de comunidad para utilizarlo con fines políticos.

Es algo que entiendo aún menos en esta tierra donde catalanes de pura cepa ya casi no hay y el catalán no se diferencia mucho del castellano o del francés. Muchos amigos míos italianos no se enteran si les están hablando en un "idioma" u otro, pero contestan igualmente porqué de alguna manera lo los entienden los dos de la misma manera.  Para los italianos el catalán no sería otra cosa que un dialecto más de los muchos que ya hay en su tierra. Y se dice esto con todo el respeto.
Un idioma es ante todo una herramienta. Y sirve para comunicar ideas, pensamientos, emociones a los demás. Tal y como una madre habla a su hijo en un idioma se considera que tiene un valor emotivo a veces sobrevalorado. Lo importante es el cariño, la atención, no el idioma. Pero en estos años de desarraigo y vacío es fácil tocar esa tecla para encender los ánimos.

Tal y como nuestros mismos genes son imperfectos y en constante evolución (el gen Y, que tanto me identifica  como varón, no es mas que, según los genetistas, un pequeño accidente, una imperfección en la linea evolutiva del ADN) así lo son los idiomas que generamos. Cada idioma es imperfecto y por eso no para de evolucionar. Nadie habla como sus abuelos. Y cada generación inventa nuevos términos, importa otros de idiomas extranjeros y deforma el significado de términos antiguos. La polisemia es ubicua y está en la naturaleza de la vida misma. Pero hay mucha gente que se rebela a la idea de la evolución de un idioma (los que trabajan en publicidad las pasan muy mal con la censura lingüística de TV3, que les obliga a utilizar términos absolutamente desfasados con la realidad) aportando que muere una riqueza incalculable, cuando en realidad todo ese saber pasa a otros idiomas, porqué tal y como somos necesitamos los términos mas apropiados para poder expresar la realidad de la manera mas precisa. La lengua es cruel y eficaz, mas que los lingüístas.

Un ejemplo: vivo al lado del mar, así que para mi es absolutamente inútil saber las decenas de maneras de identificar la nieve que se utilizan en el circulo polar ártico. Pero a los canadienses que viven en el mismo ambiente les interesa y por eso han integrado en su idioma (francés e inglés) la mayoría de esos términos.

Lo que muere no es un idioma sino la voluntad de mejorar, de comunicar y aprender.
Eso no quita que hay que tener que esforzarse para aprender y estudiar las diferencias e integrar las mejoras que cada idioma sepa aportar. Aunque esto es algo que va a suceder de todos modos por la simple ley del mínimo esfuerzo, que no significa hacer el vago, sino expresar de la manera mas rápida y eficaz lo que se quiere expresar.

Las reglas no se pueden imponer por decreto, porqué (casi siempre) son el destilado de la experiencia, y por eso producen resultados.
La eficacia, y no la obligación, es el metro con el que juzgar una norma.

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